Charles Baudelaire nace en París en 1821. Hijo de un matrimonio cronológicamente desigual, sesenta y dos años tiene su padre y veintiseis su madre. A los seis años muere su padre quién desempeña un alto cargo administrativo en el senado francés. Su joven madre vuelve a contraer matrimonio al poco tiempo. Por su carácter independiente, su padrastro decide embarcarlo en el puerto de Burdeos a un viaje por el Indico y la India, tierras que influyen definitivamente en su obra literaria. De turbulenta y amargada vida inicia lo que se llamó después "Poesía Maldita". Su vida terminó en la cama de un hospital en 1867. Les dejo con su poema: " Al Lector ":
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" La necedad, el yerro, la culpa, la codicia,
ocupan nuestro espíritu, trabajan nuestro cuerpo,
y como los mendigos se nutren de miseria,
nosotros nos nutrimos de los remordimientos.
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Nuestro pecado es terco, la contrición cobarde;
nos hacemos pagar muy bien lo confesado,
y creyendo lavar con vil llanto las culpas,
nos volvemos alegres al camino de fango.
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En la almohada del mal es Satán Trimegisto
el que sabe mecer y embrujar nuestra alma,
y el precioso metal de nuestra voluntad
evaporar su mano químicamente sabia.
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El diablo es quien maneja los hilos que nos mueven.
Atractivo encontramos en lo más repugnante;
cada día al infierno descendemos un paso
por tinieblas hediondas y espantosos lugares.
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Igual que un libertino que besara y mordiese
el seno maltratado de una vieja ramera,
robamos al pasar un placer clandestino
que exprimimos lo mismo que una naranja seca.
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Espeso, hormigueante, como un millón de helmintos,
un pueblo de demonios hierve en nuestro cerebro;
y cuando respiramos baja a nuestros pulmones,
como un río invisible, la muerte, el paso quedo.
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Si el estupro, el veneno, el incendio, el puñal,
no han bordado hasta ahora dibujos a capricho
en este cañamazo que destino llamamos
es , ¡ay! , porque no somos lo bastante atrevidos.
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Pero entre los chacales, las panteras, los linces,
los monos y escorpiones, los buitres, las serpientes,
los monstruos aulladores, rampantes, gruñidores,
en esa fauna horrible del vicio, ¡ uno aparece
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más feo todavía, más malo, más inmundo!
Sin gesticulaciones, sin lanzar grandes gritos,
hiciera, por su gusto, de la tierra un despojo,
se tragaría el mundo de un bostezo infinito:
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¡es el tedio! El nos llena de llanto sin motivo,
y fumando su pipa, imagina cadalzos.
Tú conoces, lector, al delicado monstruo
- hipócrita lector -, - igual a mí -, ¡ mi hermano! "
Saludos.
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