Es difícil
encontrar un acontecimiento histórico de tal relevancia y que afecte nuestra
vida diaria sin que nos demos cuenta, como la Revolución Francesa. Fue este, un
proceso social y político que se desarrolló en el país galo entre 1789 y 1799.
Fue, además, de tal magnitud, que entre sus principales consecuencias
estuvieron el término de la Monarquía Absoluta y la proclamación de la
República. Se eliminaron las bases económicas y sociales del Antiguo Régimen y
marcó por completo el fin del absolutismo. Dio lugar a un sistema de gobierno
dónde la burguesía, y en algunas ocasiones las masas populares, se convirtieron
en las fuerzas dominantes.No fue solo
una la causa que desencadenó estos hechos. Nos encontramos, más bien, con un
sin número de factores que, juntos, gatillaron un estallido social de proporciones.
No podemos negar que, junto a su importancia filosófica y cultural, la
Revolución Francesa también es sinónimo de violencia y, a menudo, de brutalidad.
En
primer término, un régimen monárquico rígido en un mundo cambiante; luego el
surgimiento de una clase burguesa que cobra relevancia económica y, por último,
el descontento de las clases bajas. A lo anterior, hay que agregar la expansión
de las nuevas ideas liberales que surgieron en la Ilustración, de gran
contenido masónico y fundamentadas en el racionalismo.
a)
Desde
el punto de Vista Social:
El auge de la burguesía
cómo causa. Un poder económico cada vez más relevante y fundamental en la
economía de la época. Odio contra un absolutismo heredero del sistema feudal
por parte de la clase burguesa emergente y de las clases populares.
b) Desde el punto de Vista Político:
Un estado anclado en un
sistema absolutista que no responde a las exigencias de una realidad cambiante.
Se rechaza la separación de poderes del Estado y esto trae como consecuencia el
estancamiento de la sociedad.
c) Desde el punto de Vista Ideológico:
La expansión de nuevas
ideas producto de la Ilustración. Los conceptos de libertad política,
fraternidad e igualdad son expuestos por filósofos tales como Mostequieu,
Voltaire y Rousseau. A su vez, estos encuentran eco en la sociedad francesa y
todo ello rompe el prestigio de las instituciones del Antiguo Régimen.
d) Desde el punto de Vista
Económico:
Una inmanejable deuda del
Estado producto de numerosas guerras externas (entre ellas la Independencia de
los EE. UU). Lo anterior, exacerbado por un sistema de extrema desigualdad
dónde los estamentos privilegiados (nobleza y clero) no están obligados a pagar
altos impuestos que oprimían al resto de la sociedad.
En síntesis, las causas
de la Revolución fueron un conjunto de factores políticos, económicos y
sociales que podemos resumir del siguiente modo: a) Una estructura tradicional
arcaica y minada por la evolución de la economía. Además, nos encontramos con
el auge de la burguesía. b) Exigencias de cambios políticos acordes con las
renovadoras teorías del liberalismo propuestas por filósofos ilustrados. c)
Descontento del estado llano o Tercer Estado, cada vez más presionado y
oprimido por los impuestos. d) Un desajuste entre las necesidades sociales,
políticas y económicas de una Francia anquilosada y exprimida por sus
gobernantes. La Revolución comenzó con el llamado del
rey (Luis XVI) a los Estados Generales. Se reunieron en Versalles el 5 de abril de 1789. Los Estados Generales
consistían en una asamblea integrada por 1200 diputados (300 del clero, 300 de
la nobleza y 600 del Tercer Estado). La
crisis económica obligó al soberano a reunirlos y a adoptar medidas para
superarla. El Tercer Estado aprovechó la asamblea para formular
peticiones favorables al pueblo. El rey y la nobleza se negaron a tales
reformas, es decir, al derecho a voto por cabeza pues les era favorable debido
a su mayoría. El Estado Llano se rebeló y fundó la Asamblea Nacional el 17 de
junio de 1789 en la sala de pelotas. Los diputados juraron no separarse hasta
dar una Constitución a Francia. Al rey no le quedó más que ceder ante la
Asamblea Nacional e invitó a que sesionen las tres clases sociales. Así surge
la Asamblea Constituyente. La Monarquía absoluta llegó a su fin y el pueblo de
París tomó la Bastilla el 14 de julio
de 1789, símbolo del despotismo. Luego de la toma de La
Bastilla, el sentido revolucionario se propagó por toda Francia. Los campesinos
se armaron e invadieron los castillos, destruyeron documentos que acreditaban
derechos señoriales. La Asamblea Constituyente decidió poner término al caos y
sesionó el 4 de agosto de 1789. La Asamblea votó por la supresión de los
derechos feudales y la eliminación completa del régimen señorial. Se decretó la
igualdad ante los impuestos, la admisión de todos los ciudadanos a cualquier
empleo y el establecimiento de una justicia gratuita e igualitaria para todos. El
Antiguo Régimen, con su sistema de oprobio y explotación, llegó a su fin. En la
misma sesión del 4 de agosto, se acordó sentar los principios que habrían de
servir como preámbulo a la nueva Constitución; lo anterior se conoce como la
Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano. Estos fueron aprobados
en Asamblea General el día 26 del mismo mes. Dentro del legado que ha dejado la Revolución Francesa, ninguno adquiere
mayor dimensión universal que este valioso documento de 17 artículos y que
consagran: a) Los derechos naturales del hombre a la libertad, igualdad y a la
propiedad, son inherentes (nacen con el ser humano) e imprescriptibles
(perduran a través del tiempo); b) Se
planteó una nueva concepción del Estado, estableciéndose el principio de que la soberanía reside en la nación.
c) La igualdad ante la ley, que debe ser la
misma para todos, tanto para proteger como para castigar. d) La inviolabilidad del individuo, el cual
no puede ser acusado y detenido, sino en casos determinados por la ley y según
las formas prescritas en ellas. Aun hoy
sus efectos se dejan sentir a más de dos siglos de su redacción. Muchos son los
países en cuyas Constituciones se consignan los principios emanados de la
Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano. Al
termino de sus labores, la Asamblea Constituyente convocó a elecciones a fin de
nominarse los representantes que habrían de integrar la Asamblea Legislativa.
Salieron elegidos 745 diputados, todos ellos animados por la más pura
ideología, pensamiento y espíritu sincero de trabajar por una Francia acorde
con los "principios inherentes a todo ser humano". La labor fundamental de la Asamblea Legislativa fue la de dar leyes y
normas jurídicas para gobernar mejor el país. Inició sus trabajos el 1 de
octubre de 1792 y pronto pudo apreciarse dos bandos: a) Los Constituyentes o
Fuldenses, quienes sostenían la
aplicación estricta de la constitución y mantenimiento integral de los poderes
del rey y b)
Los Jacobinos, integrados por la mayor
parte de los diputados de la región de la Gironda. Se inclinaban por el establecimiento
del gobierno republicano y la reducción de los poderes y atribuciones del rey.
Luis XVI huyó al extranjero, pero es descubierto
en Varennes y encerrado en la Tullerías. Vino la
etapa republicana. El 10 de agosto de 1792, las
masas asaltaron el Palacio
de las Tullerías y la Asamblea Legislativa suspendió las funciones
constitucionales del rey. La Asamblea convocó a elecciones con el objetivo de
configurar, por sufragio universal, un nuevo parlamento que recibió el nombre
de Convención. Aumenta la tensión política y social en Francia, así como la
amenaza militar de otras potencias europeas. El nuevo parlamento abolió
la monarquía y
proclama la República. Luis
XVI fue visto como conspirador con los enemigos de
Francia. La Convención lo condena el 17 de enero de 1793 y es
ejecutado el 21. La reina María
Antonieta, nacida en Austria y
hermana del Emperador, fue ejecutada el 16 de octubre del
mismo año, iniciándose así una revolución en Austria para sustituir a la reina. El mismo
día en que se reunió la Convención (20 de septiembre de 1792), tropas francesas formadas por tenderos,
artesanos y campesinos derrotaron a un ejército prusiano en Valmy y se iniciaron las Guerras
Revolucionarias Francesas. Sin embargo, la situación económica empeoró y comenzaron revueltas
internas. Los llamados sans-culottes (literalmente sin
calzones, una expresión para referirse a las clases bajas) expresaron su descontento ya que
algunas medidas liberales les causaba perjuicio (libertad de precios, libertad
de contratación, Ley Le Chapelier, etc.). Comenzaron a gestarse luchas
antirrevolucionarias en diversas regiones de Francia. En la Vandea, se produce un levantamiento de campesinos a favor del rey y las
tradiciones católicas. Es reprimida cruentamente y se ha llegado a calificar
de genocidio. Por otra parte, la guerra exterior amenazaba con destruir la Revolución
y la República. Lo anterior dio origen a un golpe de estado instigado los jacobinos. Llevaron a la práctica algunas de las reivindicaciones de los sans-culottes,
pero jamás se cuestionó la propiedad privada. No pusieron en duda el orden liberal, aunque sí llevaron a cabo la democratización del mismo. Se redactó en 1793 una nueva Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano,
y una nueva constitución de tipo democrático que reconocía el sufragio
universal. El
Comité de Salvación Pública (Poder Ejecutivo durante este período de la
Revolución) cayó bajo el mando de Maximiliano
Robespierre y
se desató lo que se denominó el Reinado
del Terror (1793-1794). No menos de diez mil personas fueron guillotinadas ante acusaciones de actividades
contrarrevolucionarias. La menor sospecha podía hacer caer sobre una persona
acusaciones que eventualmente la llevarían a la guillotina. El cálculo de víctimas
varía, pero pudieron ser hasta cuarenta mil. En 1794, Robespierre ejecutó a ultra radicales
y a jacobinos moderados. Su popularidad comenzó a erosionarse y el 27 de julio de 1794 ocurrió otra revuelta apoyada por moderados que veían
peligroso el trayecto de la Revolución. El pueblo se rebela contra la condición
burguesa de Robespierre y los miembros de la Convención lograron derrocarlo y ejecutarlo
junto a otros líderes del Comité de Salvación Pública. La Convención
aprobó una nueva Constitución el 17 de agosto de 1795 y ratificada el 26
de septiembre por plebiscito. Esta es la Constitución
del Año III que confirió
el poder ejecutivo a un cuerpo colegiado llamado Directorio y que fue formado por cinco miembros o
directores. El poder legislativo sería ejercido por una asamblea bicameral,
compuesta por el Consejo de Ancianos (250 miembros) y el Consejo de los
Quinientos. Se suprimió el sufragio
universal masculino y se
restableció el sufragio
censitario al mismo
tiempo que encontró oposición en grupos monárquicos y jacobinos. Hubo diferentes revueltas que fueron reprimidas por el ejército, lo
cual instó para que el general Napoleón
Bonaparte diera el
9 de noviembre de 1799 un golpe de estado (18 de Brumario) e instaló el Consulado. Así se pone fin a
la Revolución Francesa propiamente tal y comienza la era Napoleónica. Valores
revolucionarios: Libertad, Igualdad y Fraternidad. Los
principios de Libertad, Igualdad y Fraternidad son el legado de la Revolución
Francesa y adquieren el carácter de universales a partir de entonces. Es desde
este episodio que pasan a formar parte de los cimientos de toda constitución
que se llame a sí misma “democrática”. Las relaciones entre el individuo y el
Estado no se conciben sin un respeto irrestricto a estos principios. Además, los
más importantes documentos que regulan el quehacer mundial, recogen la
observancia y cumplimiento de ellos. Es así como la Declaración Universal de
Derechos Humanos señala: “Considerando que la libertad, la justicia y la paz
tienen por base el reconocimiento de la dignidad intrínseca y de los derechos
inalienables de todos los miembros de la familia humana: sustenta en su
artículo primero que: TODOS LOS HOMBRES NACEN LIBRES E IGUALES EN DIGNIDAD Y
DERECHOS, Y DOTADOS COMO ESTÁN DE RAZÓN Y CONCIENCIA, DEBEN COMPORTARSE
FRATERNALMENTE LOS UNOS CON LOS OTROS”.
-
Libertad:
La
Libertad es un derecho inherente a la naturaleza humana y concede al hombre la
facultad de obrar según su conciencia. Por lo tanto, los individuos son dueños
y, al mismo tiempo, responsables de sus actos. Se nos concede por naturaleza y
tiene a la justicia por regla. Está tutelada por ley y, desde un punto de vista
moral, sus límites están contenidos en la máxima: “No hagas a otros lo que no
quieres que te hagan a ti”. La Libertad en el hombre significa la grandeza de
sus aspiraciones, el impulso noble de sus deseos y la pureza de sus
sentimientos. La Libertad, en definitiva, es la dignidad del hombre. Aun así,
gran parte de los seres humanos que hoy habitan el planeta carecen de ella, ya
sea por vivir bajo el yugo de un régimen dictatorial o porque las diferencias
sociales y económicas conculcan su dignidad. No puede ser libre un hombre que
ni siquiera logra entregar un mínimo sustento a su familia. Observamos que
existe una gran libertad política que, para muchos, no va acompañada de una
dignidad mínima que la Libertad debiera garantizar. Una real Libertad consiste
en la posibilidad de adquirir herramientas que nos permita construir nuestro
destino.
-
Igualdad:
En
términos simples, la Igualdad es la ausencia de privilegios, castas o clases
sociales entre los hombres. Nos coloca a todos en una misma categoría. Los
hombres deben ser iguales ante la Ley y debe existir igualdad de oportunidades
para nuestro desarrollo físico e intelectual. En teoría
parece un concepto simple; sin embargo, en la práctica (y sobre todo tratándose
del ser humano) su aplicación ha dado lugar a conflictos, dictaduras y
genocidios. La sociedad se encarga de generar desigualdad entre el que manda y
el que obedece, entre el que produce y el que consume, entre el que cobra y el
que paga. Somos viajeros en busca de un mismo destino, pero elegimos distintos
caminos. No obstante, existe una evolución histórica positiva en cuanto a lo
relativo a la Igualdad ante la Ley. No habría posibilidad alguna de desarrollo
para una sociedad moderna sin esta. Debemos trabajar, eso sí, en la Igualdad de
oportunidades. En el acceso igualitario a la salud, educación y trabajo,
conceptos que hoy van ligados, por desgracia, a la capacidad económica de los
individuos. Los hombres son iguales en derechos y oportunidades, otra cosa son
los méritos, sabiduría, talento y virtud que forman parte de la igualdad dentro
de la diversidad.
-
Fraternidad:
La raza
humana es una sola. Las diferencias de inteligencia, talento, conocimiento y
belleza son despreciables en comparación con la identidad de la esencia humana,
común a todos los hombres. Es un sentimiento que nos despoja de odios y
envidias, nos hace generosos y tolerantes, practicamos la caridad y hacemos el
bien con desprendimiento. Practicarla significa uno de los mayores desafíos
para los hombres, pues nuestra naturaleza es egoísta y tendemos a ignorar los
derechos de los demás. Nos agredimos unos a otros como medio de solución de
conflicto. Creamos grupos de poder político, económico o religioso para
conseguir beneficios individuales. Vivimos en permanente competencia, tomamos
decisiones con frialdad en lo económico y sustentadas, generalmente, en el
retorno a corto plazo. Si
observamos con detenimiento, los hombres que practican la Fraternidad llegan a
un estado de satisfacción personal, paz interior y firmeza de carácter.
Adquieren una fe inquebrantable en sus principios que nos invita a acercarnos a
ella.
Influencia
de la Revolución Francesa en Chile:
Según
prestigiosos historiadores como Amunátegui y Encina, la gesta emancipadora de
América y, por ende, la de Chile, tuvo causas diferentes al estallido social
ocurrido en Francia. Antipatías entre criollos y peninsulares, amor de los
criollos a su suelo natal, la independencia de los EE. UU y la discriminación
en materias comerciales fueron factores que, en definitiva, gatillaron el
proceso. Las ideas revolucionarias tuvieron escasa
influencia en Chile ya sea por aislamiento o prohibición de su difusión, bajo
fuertes sanciones, impuestas por autoridades españolas. Solo algunos criollos
leían a principios del siglo XIX a los filósofos de la Ilustración. Entre ellos
podemos mencionar a Manuel de Salas, Juan Egaña, Juan Martínez de Rozas, José
Miguel Infante, Camilo Henríquez y también a Bernardo O´Higgins. La
influencia revolucionaria se hizo sentir después de 1810, sus postulados fueron
penetrando lentamente y adquirieron fuerza durante el período de La
Reconquista. Dicha influencia se refleja ya en la República en la dictación de
leyes acordes a estos principios y en las sucesivas constituciones que hacen
suyas las ideas del liberalismo. El republicanismo en lo político y los
Derechos del Hombre y del Ciudadano en los social son la más clara evidencia de
la influencia que ejerció la Revolución Francesa en nuestro proceso
emancipador. Ideas
como la descalificación del sistema monárquico y la adopción de la forma
republicana. La elaboración de constituciones escritas, la libertad asociada al
autogobierno y la no dependencia de autoridades lejanas. La separación de
poderes, la codificación de leyes y la aplicación de una sola justicia para
todos los ciudadanos. También podemos mencionar a la abolición de la
esclavitud, la supresión de los mayorazgos y títulos de nobleza. En fin, si
escarbamos más, encontraremos innumerables ejemplos de lo que fue, es y será la
influencia de la Revolución Francesa en América y en Chile.
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