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martes, 29 de agosto de 2017

Revolución Francesa

Es difícil encontrar un acontecimiento histórico de tal relevancia y que afecte nuestra vida diaria sin que nos demos cuenta, como la Revolución Francesa. Fue este, un proceso social y político que se desarrolló en el país galo entre 1789 y 1799. Fue, además, de tal magnitud, que entre sus principales consecuencias estuvieron el término de la Monarquía Absoluta y la proclamación de la República. Se eliminaron las bases económicas y sociales del Antiguo Régimen y marcó por completo el fin del absolutismo. Dio lugar a un sistema de gobierno dónde la burguesía, y en algunas ocasiones las masas populares, se convirtieron en las fuerzas dominantes.No fue solo una la causa que desencadenó estos hechos. Nos encontramos, más bien, con un sin número de factores que, juntos, gatillaron un estallido social de proporciones. No podemos negar que, junto a su importancia filosófica y cultural, la Revolución Francesa también es sinónimo de violencia y, a menudo, de brutalidad. En primer término, un régimen monárquico rígido en un mundo cambiante; luego el surgimiento de una clase burguesa que cobra relevancia económica y, por último, el descontento de las clases bajas. A lo anterior, hay que agregar la expansión de las nuevas ideas liberales que surgieron en la Ilustración, de gran contenido masónico y fundamentadas en el racionalismo.
a)    Desde el punto de Vista Social:
El auge de la burguesía cómo causa. Un poder económico cada vez más relevante y fundamental en la economía de la época. Odio contra un absolutismo heredero del sistema feudal por parte de la clase burguesa emergente y de las clases populares.
b)    Desde el punto de Vista Político:
Un estado anclado en un sistema absolutista que no responde a las exigencias de una realidad cambiante. Se rechaza la separación de poderes del Estado y esto trae como consecuencia el estancamiento de la sociedad.
c)     Desde el punto de Vista Ideológico:
La expansión de nuevas ideas producto de la Ilustración. Los conceptos de libertad política, fraternidad e igualdad son expuestos por filósofos tales como Mostequieu, Voltaire y Rousseau. A su vez, estos encuentran eco en la sociedad francesa y todo ello rompe el prestigio de las instituciones del Antiguo Régimen.
d)   Desde el punto de Vista Económico:
Una inmanejable deuda del Estado producto de numerosas guerras externas (entre ellas la Independencia de los EE. UU). Lo anterior, exacerbado por un sistema de extrema desigualdad dónde los estamentos privilegiados (nobleza y clero) no están obligados a pagar altos impuestos que oprimían al resto de la sociedad.
En síntesis, las causas de la Revolución fueron un conjunto de factores políticos, económicos y sociales que podemos resumir del siguiente modo: a) Una estructura tradicional arcaica y minada por la evolución de la economía. Además, nos encontramos con el auge de la burguesía. b) Exigencias de cambios políticos acordes con las renovadoras teorías del liberalismo propuestas por filósofos ilustrados. c) Descontento del estado llano o Tercer Estado, cada vez más presionado y oprimido por los impuestos. d) Un desajuste entre las necesidades sociales, políticas y económicas de una Francia anquilosada y exprimida por sus gobernantes. La Revolución comenzó con el llamado del rey (Luis XVI) a los Estados Generales. Se reunieron en Versalles el 5 de abril de 1789. Los Estados Generales consistían en una asamblea integrada por 1200 diputados (300 del clero, 300 de la nobleza y 600 del Tercer Estado). La crisis económica obligó al soberano a reunirlos y a adoptar medidas para superarla. El Tercer Estado aprovechó la asamblea para formular peticiones favorables al pueblo. El rey y la nobleza se negaron a tales reformas, es decir, al derecho a voto por cabeza pues les era favorable debido a su mayoría. El Estado Llano se rebeló y fundó la Asamblea Nacional el 17 de junio de 1789 en la sala de pelotas. Los diputados juraron no separarse hasta dar una Constitución a Francia. Al rey no le quedó más que ceder ante la Asamblea Nacional e invitó a que sesionen las tres clases sociales. Así surge la Asamblea Constituyente. La Monarquía absoluta llegó a su fin y el pueblo de París tomó la Bastilla el 14 de julio de 1789, símbolo del despotismo. Luego de la toma de La Bastilla, el sentido revolucionario se propagó por toda Francia. Los campesinos se armaron e invadieron los castillos, destruyeron documentos que acreditaban derechos señoriales. La Asamblea Constituyente decidió poner término al caos y sesionó el 4 de agosto de 1789. La Asamblea votó por la supresión de los derechos feudales y la eliminación completa del régimen señorial. Se decretó la igualdad ante los impuestos, la admisión de todos los ciudadanos a cualquier empleo y el establecimiento de una justicia gratuita e igualitaria para todos. El Antiguo Régimen, con su sistema de oprobio y explotación, llegó a su fin. En la misma sesión del 4 de agosto, se acordó sentar los principios que habrían de servir como preámbulo a la nueva Constitución; lo anterior se conoce como la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano. Estos fueron aprobados en Asamblea General el día 26 del mismo mes. Dentro del legado que ha dejado la Revolución Francesa, ninguno adquiere mayor dimensión universal que este valioso documento de 17 artículos y que consagran: a) Los derechos naturales del hombre a la libertad, igualdad y a la propiedad, son inherentes (nacen con el ser humano) e imprescriptibles (perduran a través del tiempo); b) Se planteó una nueva concepción del Estado, estableciéndose el principio de que la soberanía reside en la nación. c) La igualdad ante la ley, que debe ser la misma para todos, tanto para proteger como para castigar. d) La inviolabilidad del individuo, el cual no puede ser acusado y detenido, sino en casos determinados por la ley y según las formas prescritas en ellas. Aun hoy sus efectos se dejan sentir a más de dos siglos de su redacción. Muchos son los países en cuyas Constituciones se consignan los principios emanados de la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano. Al termino de sus labores, la Asamblea Constituyente convocó a elecciones a fin de nominarse los representantes que habrían de integrar la Asamblea Legislativa. Salieron elegidos 745 diputados, todos ellos animados por la más pura ideología, pensamiento y espíritu sincero de trabajar por una Francia acorde con los "principios inherentes a todo ser humano". La labor fundamental de la Asamblea Legislativa fue la de dar leyes y normas jurídicas para gobernar mejor el país. Inició sus trabajos el 1 de octubre de 1792 y pronto pudo apreciarse dos bandos: a) Los Constituyentes o Fuldenses, quienes sostenían la aplicación estricta de la constitución y mantenimiento integral de los poderes del rey y b) Los Jacobinos, integrados por la mayor parte de los diputados de la región de la Gironda. Se inclinaban por el establecimiento del gobierno republicano y la reducción de los poderes y atribuciones del rey. Luis XVI huyó al extranjero, pero es descubierto en Varennes y encerrado en la Tullerías. Vino la etapa republicana. El 10 de agosto de 1792, las masas asaltaron el Palacio de las Tullerías y la Asamblea Legislativa suspendió las funciones constitucionales del rey. La Asamblea convocó a elecciones con el objetivo de configurar, por sufragio universal, un nuevo parlamento que recibió el nombre de Convención. Aumenta la tensión política y social en Francia, así como la amenaza militar de otras potencias europeas. El nuevo parlamento abolió la monarquía y proclama la República. Luis XVI  fue visto como conspirador con los enemigos de Francia. La Convención lo condena el 17 de enero de 1793 y es ejecutado el 21. La reina María Antonieta, nacida en Austria y hermana del Emperador, fue ejecutada el 16 de octubre del mismo año, iniciándose así una revolución en Austria para sustituir a la reina. El mismo día en que se reunió la Convención (20 de septiembre de 1792), tropas francesas formadas por tenderos, artesanos y campesinos derrotaron a un ejército prusiano en Valmy y se iniciaron las Guerras Revolucionarias Francesas. Sin embargo, la situación económica empeoró y comenzaron revueltas internas. Los llamados sans-culottes (literalmente sin calzones, una expresión para referirse a las clases bajas) expresaron su descontento ya que algunas medidas liberales les causaba perjuicio (libertad de precios, libertad de contratación, Ley Le Chapelier, etc.). Comenzaron a gestarse luchas antirrevolucionarias en diversas regiones de Francia. En la Vandea, se produce un levantamiento de campesinos a favor del rey y las tradiciones católicas. Es reprimida cruentamente y se ha llegado a calificar de genocidio. Por otra parte, la guerra exterior amenazaba con destruir la Revolución y la República. Lo anterior dio origen a un golpe de estado instigado los jacobinos. Llevaron a la práctica algunas de las reivindicaciones de los sans-culottes, pero jamás se cuestionó la propiedad privada. No pusieron en duda el orden liberal, aunque sí llevaron a cabo la democratización del mismo. Se redactó en 1793 una nueva Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, y una nueva constitución de tipo democrático que reconocía el sufragio universal. El Comité de Salvación Pública (Poder Ejecutivo durante este período de la Revolución) cayó bajo el mando de Maximiliano Robespierre y se desató lo que se denominó el Reinado del Terror (1793-1794). No menos de diez mil personas fueron guillotinadas ante acusaciones de actividades contrarrevolucionarias. La menor sospecha podía hacer caer sobre una persona acusaciones que eventualmente la llevarían a la guillotina. El cálculo de víctimas varía, pero pudieron ser hasta cuarenta mil. En 1794, Robespierre ejecutó a ultra radicales y a jacobinos moderados. Su popularidad comenzó a erosionarse y el 27 de julio de 1794 ocurrió otra revuelta apoyada por moderados que veían peligroso el trayecto de la Revolución. El pueblo se rebela contra la condición burguesa de Robespierre y los miembros de la Convención lograron derrocarlo y ejecutarlo junto a otros líderes del Comité de Salvación Pública. La Convención aprobó una nueva Constitución el 17 de agosto de 1795 y ratificada el 26 de septiembre por plebiscito. Esta es la Constitución del Año III que confirió el poder ejecutivo a un cuerpo colegiado llamado Directorio y que fue formado por cinco miembros o directores. El poder legislativo sería ejercido por una asamblea bicameral, compuesta por el Consejo de Ancianos (250 miembros) y el Consejo de los Quinientos. Se suprimió el sufragio universal masculino y se restableció el sufragio censitario al mismo tiempo que encontró oposición en grupos monárquicos y jacobinos. Hubo diferentes revueltas que fueron reprimidas por el ejército, lo cual instó para que el general Napoleón Bonaparte diera el  9 de noviembre de 1799 un golpe de estado (18 de Brumario) e instaló el Consulado. Así se pone fin a la Revolución Francesa propiamente tal y comienza la era Napoleónica. Valores revolucionarios: Libertad, Igualdad y Fraternidad. Los principios de Libertad, Igualdad y Fraternidad son el legado de la Revolución Francesa y adquieren el carácter de universales a partir de entonces. Es desde este episodio que pasan a formar parte de los cimientos de toda constitución que se llame a sí misma “democrática”. Las relaciones entre el individuo y el Estado no se conciben sin un respeto irrestricto a estos principios. Además, los más importantes documentos que regulan el quehacer mundial, recogen la observancia y cumplimiento de ellos. Es así como la Declaración Universal de Derechos Humanos señala: “Considerando que la libertad, la justicia y la paz tienen por base el reconocimiento de la dignidad intrínseca y de los derechos inalienables de todos los miembros de la familia humana: sustenta en su artículo primero que: TODOS LOS HOMBRES NACEN LIBRES E IGUALES EN DIGNIDAD Y DERECHOS, Y DOTADOS COMO ESTÁN DE RAZÓN Y CONCIENCIA, DEBEN COMPORTARSE FRATERNALMENTE LOS UNOS CON LOS OTROS”.
-        Libertad:
La Libertad es un derecho inherente a la naturaleza humana y concede al hombre la facultad de obrar según su conciencia. Por lo tanto, los individuos son dueños y, al mismo tiempo, responsables de sus actos. Se nos concede por naturaleza y tiene a la justicia por regla. Está tutelada por ley y, desde un punto de vista moral, sus límites están contenidos en la máxima: “No hagas a otros lo que no quieres que te hagan a ti”. La Libertad en el hombre significa la grandeza de sus aspiraciones, el impulso noble de sus deseos y la pureza de sus sentimientos. La Libertad, en definitiva, es la dignidad del hombre. Aun así, gran parte de los seres humanos que hoy habitan el planeta carecen de ella, ya sea por vivir bajo el yugo de un régimen dictatorial o porque las diferencias sociales y económicas conculcan su dignidad. No puede ser libre un hombre que ni siquiera logra entregar un mínimo sustento a su familia. Observamos que existe una gran libertad política que, para muchos, no va acompañada de una dignidad mínima que la Libertad debiera garantizar. Una real Libertad consiste en la posibilidad de adquirir herramientas que nos permita construir nuestro destino.
-        Igualdad:
En términos simples, la Igualdad es la ausencia de privilegios, castas o clases sociales entre los hombres. Nos coloca a todos en una misma categoría. Los hombres deben ser iguales ante la Ley y debe existir igualdad de oportunidades para nuestro desarrollo físico e intelectual. En teoría parece un concepto simple; sin embargo, en la práctica (y sobre todo tratándose del ser humano) su aplicación ha dado lugar a conflictos, dictaduras y genocidios. La sociedad se encarga de generar desigualdad entre el que manda y el que obedece, entre el que produce y el que consume, entre el que cobra y el que paga. Somos viajeros en busca de un mismo destino, pero elegimos distintos caminos. No obstante, existe una evolución histórica positiva en cuanto a lo relativo a la Igualdad ante la Ley. No habría posibilidad alguna de desarrollo para una sociedad moderna sin esta. Debemos trabajar, eso sí, en la Igualdad de oportunidades. En el acceso igualitario a la salud, educación y trabajo, conceptos que hoy van ligados, por desgracia, a la capacidad económica de los individuos. Los hombres son iguales en derechos y oportunidades, otra cosa son los méritos, sabiduría, talento y virtud que forman parte de la igualdad dentro de la diversidad.
-        Fraternidad:
La raza humana es una sola. Las diferencias de inteligencia, talento, conocimiento y belleza son despreciables en comparación con la identidad de la esencia humana, común a todos los hombres. Es un sentimiento que nos despoja de odios y envidias, nos hace generosos y tolerantes, practicamos la caridad y hacemos el bien con desprendimiento. Practicarla significa uno de los mayores desafíos para los hombres, pues nuestra naturaleza es egoísta y tendemos a ignorar los derechos de los demás. Nos agredimos unos a otros como medio de solución de conflicto. Creamos grupos de poder político, económico o religioso para conseguir beneficios individuales. Vivimos en permanente competencia, tomamos decisiones con frialdad en lo económico y sustentadas, generalmente, en el retorno a corto plazo. Si observamos con detenimiento, los hombres que practican la Fraternidad llegan a un estado de satisfacción personal, paz interior y firmeza de carácter. Adquieren una fe inquebrantable en sus principios que nos invita a acercarnos a ella.
 Influencia de la Revolución Francesa en Chile:
 Según prestigiosos historiadores como Amunátegui y Encina, la gesta emancipadora de América y, por ende, la de Chile, tuvo causas diferentes al estallido social ocurrido en Francia. Antipatías entre criollos y peninsulares, amor de los criollos a su suelo natal, la independencia de los EE. UU y la discriminación en materias comerciales fueron factores que, en definitiva, gatillaron el proceso. Las ideas revolucionarias tuvieron escasa influencia en Chile ya sea por aislamiento o prohibición de su difusión, bajo fuertes sanciones, impuestas por autoridades españolas. Solo algunos criollos leían a principios del siglo XIX a los filósofos de la Ilustración. Entre ellos podemos mencionar a Manuel de Salas, Juan Egaña, Juan Martínez de Rozas, José Miguel Infante, Camilo Henríquez y también a Bernardo O´Higgins. La influencia revolucionaria se hizo sentir después de 1810, sus postulados fueron penetrando lentamente y adquirieron fuerza durante el período de La Reconquista. Dicha influencia se refleja ya en la República en la dictación de leyes acordes a estos principios y en las sucesivas constituciones que hacen suyas las ideas del liberalismo. El republicanismo en lo político y los Derechos del Hombre y del Ciudadano en los social son la más clara evidencia de la influencia que ejerció la Revolución Francesa en nuestro proceso emancipador. Ideas como la descalificación del sistema monárquico y la adopción de la forma republicana. La elaboración de constituciones escritas, la libertad asociada al autogobierno y la no dependencia de autoridades lejanas. La separación de poderes, la codificación de leyes y la aplicación de una sola justicia para todos los ciudadanos. También podemos mencionar a la abolición de la esclavitud, la supresión de los mayorazgos y títulos de nobleza. En fin, si escarbamos más, encontraremos innumerables ejemplos de lo que fue, es y será la influencia de la Revolución Francesa en América y en Chile.
  

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