En tiempos antiguos, la Filosofía no estaba separada de las ciencias. Los primeros filósofos eran matemáticos, astrónomos y pensadores que buscaban entender el universo y el lugar del ser humano en él. Pero a medida que avanzó el conocimiento, cada disciplina adquirió autonomía, y el campo de la Filosofía se redujo a cuestiones más abstractas: la lógica, el lenguaje y el razonamiento puro.
Hoy, la Filosofía parece haber perdido conexión con la vida cotidiana. Los filósofos modernos, muchas veces, trabajan en una especie de burbuja académica, lejos de los problemas concretos que enfrenta la humanidad. Esto ha llevado a que algunos decreten "la muerte de la Filosofía," señalando su falta de relevancia en un mundo donde el avance científico domina el panorama. Pero, ¿realmente es así?
Mientras la ciencia avanza con rapidez, la ética y la moral parecen estancadas. Estamos en un punto crítico como humanidad, enfrentándonos a desafíos como el cambio climático, la inteligencia artificial y el desequilibrio social. Sin embargo, carecemos de un marco ético sólido que nos guíe. ¿De qué sirve la tecnología sin una brújula moral? ¿Cómo podemos construir un futuro sostenible si no reflexionamos sobre quiénes somos y hacia dónde vamos?
La Filosofía debe recuperar su lugar como guía en la formación ética y moral de las personas. Necesitamos con urgencia un nuevo Sócrates que nos inspire a hacernos preguntas fundamentales y que nos ayude a enfrentar la incertidumbre de los tiempos modernos. Más que dedicarse exclusivamente a la lógica y el conocimiento puro, la Filosofía debería enfocarse en la formación integral del ser humano: un ciudadano capaz de actuar con criterio, de razonar críticamente y de buscar la verdad en su vida diaria.
En un sistema educativo que prioriza las habilidades técnicas y las ciencias exactas, la Filosofía está relegada a un segundo plano o ausente por completo. Sin embargo, es la herramienta que nos permite cuestionar, reflexionar y construir una sociedad más justa. Si no logramos integrar la Filosofía en la vida cotidiana y en la educación, estaremos navegando en un mar de avances científicos sin una brújula moral que nos oriente.

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