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lunes, 4 de diciembre de 2017

¿Marketing o Democracia?

La educación moderna nos inculca desde niños que la Democracia es el mejor sistema de gobierno inventado por el hombre. Consiste en que el poder reside en la Nación y sus decisiones responden a la manifestación de la voluntad colectiva de su pueblo. Se ejerce mediante procesos en que todos  se expresan libre e igualitariamente. Nació en la Grecia clásica reuniéndose sus ciudadanos en el Ágora aprobando o rechazando leyes directamente a dedo. Fue un sistema al que se le denominó "Democracia Directa" en contraposición a la "Democracia Representativa" que conocemos hoy. Es impensable en el mundo actual un sistema con tales características en primer lugar debido a la complejidad de las decisiones que se toman y también por los millones de personas con derecho a voto que habitan el planeta. Es por eso que hoy elegimos "representantes" facultados para tomar decisiones en  nombre del pueblo. Sin embargo, el siglo XXI nos encuentra con una Democracia dónde la inteligencia y  capacidad de los que participan como candidatos no son los únicos factores determinantes que juegan en los procesos eleccionarios. La masificación de los medios de comunicación es tal, que hoy los candidatos, para acceder y mantenerse en puestos de privilegio, tienen que aparecer en televisión   con ofertones más parecidos a campañas  publicitarias de multitiendas que a programas serios y realistas que signifiquen un buen gobierno. Es una lógica que permite a los partidos imponer candidatos cuyo único mérito es ser "famoso" (actores, cantantes y deportistas). Además para tener mínimas posibilidades de ser electos, hay que contar con un apoyo financiero que permita gastar millones y millones de las distintas monedas en tapizar muros y ciudades completas de propaganda. El Libre Mercado garantiza la libertad y  progreso del individuo, pero sin una base moral que lo sustente (y sobre todo de los que ostentan el poder económico), nos sumergimos en un espiral salvaje dónde el poder del dinero reina sin contrapeso. Hay materias cuya regulación no pueden entregarse a los vaivenes del Mercado como la Salud, la Educación y por sobre todo la Democracia. No puede ser que una campaña dependa de un financista para llegar a la mayor cantidad de gente posible y sin importar mucho su contenido. Además que dicho financiamiento no es gratuito y el candidato, una vez electo, se debe más a sus mecenas que a sus votantes. Las personas llamadas naturalmente a gobernar   no manifiestan interés en la cosa pública y nos perdemos a los mejores conjuntamente con ciudadanos apáticos que cada día participan menos. Las autoridades carecen de autoridad moral en sociedades individualistas preocupadas del beneficio propio y no en el bien colectivo. Las instituciones fundacionales de la civilización pierden legitimidad y puede que este fenómeno no nos lleve a un mundo peor, si no que a uno real y representativo de lo que somos en verdad: animales gobernados por instintos primitivos. Saludos.

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