Los que me visitan

miércoles, 24 de enero de 2024

Lisboa

Fueron dieciséis horas de vuelo desde Santiago de Chile. Ni yo entiendo la alegría que me produce estar aquí no obstante que he conocido tantos lugares en el mundo. Es la segunda vez que visito la capital de Portugal y me surge una pregunta: ¿Por qué me gusta Lisboa?, ¿ qué tiene de especial esta ciudad que cautiva ? Es una de las capitales más pequeñas de Europa. Portugal es un país de reducidas dimensiones. Sin embargo, Lisboa produce algo en el visitante que queda prendido de ella y solo añora volver una vez que la deja. Intento racionalizar tantas emociones y concluyo que Lisboa acoge y deslumbra por la multiplicidad de sus colores. Sus edificios, castillos y construcciones medievales son únicas y asombran por su arquitectura. Lisboa es de esas ciudades que invitan a caminar sin rumbo no importando que nos perdamos en sus calles empinadas para contemplar sus pisos adoquinados, subir a un viejo tranvía o recorrer sus plazas monumentales. En mis primeras horas, quise caminar despacio y contemplar las maravillas que ofrece Lisboa. Me alojé en un hotel cercano al monumento en homenaje al  Márquez de Pombal y allí partió mi recorrido. Sebastião José de Carvalho e Mello, o más conocido como Márquez de Pombal, fue el estadista portugués del siglo XVIII que reconstruyó la ciudad luego del terremoto de 1755. Se trató de un violento sismo y maremoto que destruyó Lisboa y marcó para siempre la vida de sus habitantes. En honor a él se erigió este monumento que parece vigilar desde las alturas los barrios de la Baixa y Chiado, reconstruidos por Pombal. En esta rotonda se congregan los lisboetas a celebrar triunfos deportivos y acontecimientos masivos de toda índole. Es una imponente escultura que se eleva sobre una columna a 34 metros de altura. A este polémico personaje se le considera padre de la sismología moderna. Esta rotonda es el inicio de la Avenida de la Libertad y podemos caminar por ella hasta la plaza de Comercio en pocos minutos. Es una avenida al más puro estilo de los Parques Elíseos de París y lo que hoy vemos se construyó fines del s XIX. Una calle arbolada de 90 metros de anchura y pavimentos decorados con dibujos abstractos. Aún conserva cierta elegancia, en ella hay fuentes y parques bajo los árboles. En la acera derecha se encuentran prestigiosas tiendas de lujo; tanto firmas internacionales de ropa, como por ejemplo Armani, Dolce  & Gabbana y más. Del mismo modo encontramos joyerías y firmas portuguesas. Hacia la mitad de la Avenida, a la izquierda, se encuentra el «Monumento a los Muertos de la Gran Guerra». La Avenida de la Libertad desemboca en la Plaza de Los Restauradores, cuya característica es un obelisco situado en el centro de la misma. Dicho obelisco es el "Monumento a Los Restauradores", un conjunto escultórico conmemorativo de la independencia definitiva de Portugal. En efecto, el país luso, tras una crisis de sucesión, fue gobernado desde 1580 y hasta 1640  por la dinastía de los Austria, dinastía que también reinaba en España en esa misma época. A pocos metros hay otra plaza, la Plaza Rossio, en la actualidad conocida también como de don Pedro IV.  A su alrededor abundan hoteles, restaurantes y bares en los que pasar un buen rato. Asimismo, en la Plaza Rossio hay varios monumentos y puntos interesantes que conocer: La Estatua de Don Pedro IV de Portugal y I de Brasil se encuentra en el centro sobre la cúspide de una columna al estilo del monumento a Nelson en Londres. Al lado norte encontramos el Teatro Nacional Doña María II. Un majestuoso edificio de estilo neoclásico en el que se desarrollan actividades culturales en Lisboa. Por último, al lado izquierdo está La Estación Ferroviaria de Rossio. Fue construida en el s. XIX y es, sin duda, el edificio que más llama la atención en la Plaza. Desde ella salen los trenes que van a Sintra. Y sigo caminando. Dejo la Plaza Rossio y tomo la Rua Aurea hacia el Río Tajo. A una cuadra, a la derecha, me topo con uno de los monumentos más hermosos de Lisboa. Me refiero al Ascensor de Santa Justa.  Con sus 45 metros de altura, conecta la Baixa con el barrio de Chiado y es una atracción obligada de Lisboa. Se terminó de construir en 1902 y su diseño es obra del ingeniero Mesnier de Ponsard. De estilo neogótico, posee una estructura de hierro inspirada en otras construcciones francesas de grandes dimensiones, como la Torre Eiffel. En un inicio, el ascensor constituía un elemento fundamental en la red de transporte público, pero hoy es un símbolo turístico de la ciudad. Continúo mi recorrido dos cuadras al Oriente para ver la Rua Augusta que corre en paralelo. Volvemos a enfilar hacia el sur y ya divisamos la Plaza de Comercio. La Rua Augusta es la vía principal del barrio La Baixa y une la Plaza Rossio, a través del Arco Triunfal, con la Plaza de Comercio. Se trata de un paseo peatonal lleno de restaurantes y tiendas que lo convierten en lugar neurálgico de Lisboa. Seguimos por ella hacia el sur, pasamos el arco y llegamos a la Plaza de Comercio. Este es el mismo centro de la ciudad. El Palacio Real se asentó por más de doscientos años en el terreno de esta plaza, sin embargo, fue destruido por el sismo de 1755. El Marqués de Pombal ordena su reconstrucción en forma de “U”, con tres edificios de gran tamaño a su alrededor que albergan organismos gubernamentales. En medio de la Plaza está la estatua ecuestre de José I, monarca que se encontraba en el trono cuando ocurrió el terremoto. Es tradición lisboeta reunirse en ella cada 31 de diciembre para recibir el Año Nuevo. No han sido más de 40 minutos a pie desde la Plaza Marqués de Pombal. Aún resta mucha mañana y decidí tomar uno de los autobuses turísticos color rojo. Me dirijo al barrio de Belem donde hay al menos tres monumentos imperdibles de Lisboa. El primero de ellos es la Torre de Belem, quizás el edificio más emblemático de Lisboa. Se trata de una antigua construcción militar de estilo manuelino, una escuela arquitectónica portuguesa que combina ornamentación europea y morisca, que tuvo su auge durante el reinado de Manuel I de Portugal. La Torre fue declarada en 1983 como Patrimonio Cultural de la Humanidad. Sirvió en un inicio como torre defensiva para proteger Lisboa y con posterioridad su misión se relegó a la de faro de la ciudad y centro aduanero. Fue construida entre 1515 y 1519 y es obra de Francisco de Arruda. La torre cuenta con cinco pisos y termina en una terraza. Todas las plantas se comunican por una pequeña escalera de caracol. Ahora caminamos unas cuadras hacia el Oriente por la ribera del Tajo y encontramos el Monumento a los Descubrimientos que celebra a los exploradores portugueses de los ss. XV y XVI y a los visionarios que hicieron de Portugal la primera potencia marítima de la época. El monumento actual data de 1960 y tiene 52 metros de altura. El propósito fue conmemorar los 500 años de la muerte de Enrique el Navegante. El Monumento a los Descubrimientos contiene un grupo escultórico con forma de carabela en cuya proa el Infante don Henrique abre camino a numerosos personajes que tuvieron que ver con los grandes descubrimientos que hizo Portugal. Complementa el monumento en su lado norte una Rosa de los Vientos de 50 metros de diámetro dibujada en el suelo.  Dicha rosa de los vientos fue un regalo del gobierno sudafricano en 1960. Finalmente, visitamos el Monasterio de los Jerónimos: El Monasterio de los Jerónimos de Santa María de Belém es un monasterio de la Orden de San Jerónimo. Está en el barrio de Belém, al costado norte del Monumento a los Descubrimientos. El edificio fue concebido en estilo manuelino por el arquitecto Juan de Castillo y encargado por el rey Manuel I de Portugal para conmemorar el afortunado regreso de la India de Vasco de Gama. Su construcción se inició en enero de 1501 y concluyó a finales del siglo XVI. En el interior de su iglesia se encuentran los restos de Vasco de Gama y del que es considerado el más importante poeta de lengua portuguesa Luís de Camoes. Ha transcurrido la mañana, hay hambre y es hora de almorzar, quizás un bacalao o un excelente surtido de mariscos, comida típica de Portugal. Aún hay otros lugares que visitar, como el Castillo de Sao Jorge y el barrio Alfama. Además, por la noche, asistiré a un espectáculo de fado y música portuguesa. Sin embargo, ahora me despido esperando que hayan disfrutado mucho de Lisboa y, por sobre todo, aprendido un poco más de una de las ciudades más hermosas que conozco. Saludos. 

1 comentario:

Cadoola dijo...

Aprecio la manera en que conectas con tus lectores a un nivel personal.