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lunes, 23 de septiembre de 2024

La farándulización de todo


     Vivimos en una época donde se ha instalado la tendencia a llevar una vida "light", mientras mantenemos nuestras mentes en un estado casi virgen. Nos enorgullecemos de la mediocridad. Alguien ha dicho que esta es la rebelión de las masas o la dictadura del hombre promedio. Pero más allá de intentar explicar este fenómeno que no solo ha invadido el espectáculo, sino todos los ámbitos de nuestras vidas, debemos preguntarnos si acaso la humanidad está atravesando un proceso involutivo.
     Ya no es raro que, en una reunión social, cuando surge un tema que requiere un mínimo de ejercicio intelectual, te miren como un bicho raro o te tilden de aburrido. ¿Será este el precio a pagar por la falta de ideales? ¿Son nuestros antepasados, con su doble moral, los culpables de lo que estamos viviendo? Busco explicaciones y no las encuentro. No entiendo cómo hemos llegado a un punto donde lo que más nos interesa es quién se acostó con quién o quién sale con quién. Todo se banaliza, todo se convierte en chiste.
     En Chile, este fenómeno ha golpeado con especial fuerza. Vemos horas de televisión dedicadas a un exiguo "jet-set", compuesto por modelos y futbolistas que, en su mayoría, no han logrado nada trascendental. Diarios y revistas se enfocan exclusivamente en el chisme, dejando de lado la crítica cultural o artística. En su lugar, se difunden los dimes y diretes de personajes cuya relevancia es efímera. Lo más preocupante es cómo estos mismos personajes de la farándula han logrado trascender los límites del entretenimiento y llegar a la política. Cada vez es más común ver a celebridades del espectáculo o de la televisión alcanzar cargos de poder, incluyendo escaños en el Congreso, sin aportar una verdadera experiencia o visión que beneficie al bien común.
     Es cierto que el fenómeno había disminuido en intensidad durante la pandemia. Las circunstancias globales obligaron a un replanteamiento de las prioridades sociales y culturales, dejando de lado las trivialidades. Sin embargo, en 2024, ha regresado con inusitada fuerza, como si el respiro provocado por la crisis sanitaria hubiera sido solo temporal. Hoy, nuevamente, la farándula domina las pantallas y los medios, inundando nuestra atención con superficialidad.
     Los canales de televisión se defienden diciendo que es lo que la gente quiere ver, que es lo que genera rating, y que ellos no son más que un reflejo de la sociedad. A veces pienso que el ser humano lleva en su sangre un instinto de autodestrucción. Pareciera que estamos condenados a la extinción como especie, no por catástrofes naturales, sino por nuestra propia indiferencia ante los valores que alguna vez nos guiaron.
     No me corresponde juzgar a nadie, pero ¡qué importante es encontrar el equilibrio! Es hora de preguntarnos qué tipo de sociedad queremos construir. Debemos hacer un llamado a los valores que, a lo largo de la historia, han generado verdadero progreso y bienestar.
     Saludos.

P.D.: No vayan a pensar que me falta sentido del humor.

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