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viernes, 10 de marzo de 2023

Nuevo Proceso Constituyente 2023

Llegó Marzo... en Chile termina el verano más caluroso de la historia. Se inicia el año laboral y casi todos han vuelto de sus vacaciones. El ambiente está más relajado que en marzos anteriores... la pandemia ya no es tema y se impuso el Rechazo en un plebiscito de salida que puso fin a un proceso constituyente que tuvo al país en vilo por más de dos años. Son tiempos difíciles que aún no terminan. En el horizonte se asoma una recesión económica que al parecer será muy dura. La población está cansada de una clase política que no hace más que mirarse al ombligo y que pone por delante sus propios intereses ideológicos ignorando las reales necesidades de la mayoría de los ciudadanos. Parece surrealista que después de lo anterior y de un futuro que a todas luces se ve incierto, sobre todo en lo económico, sea la propia clase política la que se embarque en un nuevo proceso constituyente sin preguntarle a nadie. Ya he dicho que no me gusta opinar en el canal sobre política contingente; sin embargo, en ocasiones los acontecimientos son de tal relevancia que es imposible sustraerse de la realidad. ¿Quieres saber qué opino de este nuevo proceso? Si tu respuesta es sí, acompáñame y quédate hasta el final de este vídeo...

       El 4 de septiembre del año pasado, la propuesta de nueva Constitución elaborada por una Convención Constitucional elegida para el efecto, fue rechazada por el 62 % del electorado con voto obligatorio. Participó el padrón electoral casi completo. Aun cuando las encuestas daban por ganadora a la opción Rechazo hacía meses, sorprendió la histórica participación de un 85% de los ciudadanos con derecho a voto. La otra sorpresa consistió en la holgura con que se impuso el Rechazo con casi un 62 % de los votos que nadie vaticinó. Pues bien, antes de entrar a comentar el nuevo proceso constituyente creo necesario un intento por interpretar estos resultados: Nadie imaginó que la opción Rechazo ganaría con tal amplitud. Las encuestas vaticinaban un resultado estrecho aunque con más posibilidades para el Rechazo. ¿Por qué se produjo tamaño batatazo? A mi juicio sucedió por una razón bastante simple y que no requiere mayor análisis. El elemento nuevo que distorsiona todos los pronósticos se llama "Voto Obligatorio". Nunca en la historia de Chile habían participado casi quince millones de personas en una elección. ¿Y qué pasaba antes?... Hace ya un tiempo que un porcentaje importante de la población chilena siente desafección por la cosa pública. Fenómeno que se da en la mayoría de las democracias liberales en todo caso. La mala calidad y la polarización del debate político han contribuido significativamente a esta situación. Demás está decir que dicho porcentaje de chilenos no participa en los procesos eleccionarios. Si vemos los resultados de elecciones recientes con voto voluntario, la participación no supera al cincuenta por ciento. Una abstención tan elevada sin duda distorsiona la voluntad popular y los gobiernos que asumen son de minoría. Los presidentes gastan rápidamente su capital político... En efecto, el 4 de septiembre lo anterior cambió y aquel elector desafectado apareció en el plebiscito de salida con mucha fuerza gracias al voto obligatorio. Resultó un ciudadano más sensato y moderado de lo que muchos imaginaban. En los meses previos nadie se atrevió a vaticinar su comportamiento y el resultado se veía incierto para ambos lados. Entonces, no es de extrañar que la clase política entrara en pánico. Empezaron los ofertones de campaña de uno y otro sector. Los del Rechazo prometieron un nuevo proceso menos polarizado, al mismo tiempo que los del Apruebo plantearon reformas a la nueva Constitución para hacerla más moderada antes de que entrara en vigencia. Es decir, llamaron a aprobar una nueva Constitución que empezaba a regir con errores que había que enmendar según ellos mismos. A todas luces un sinsentido. También aparecieron algunos grupos  autodefinidos como de "centroizquierda" y que llamaron a votar Rechazo. Pongo la palabra "centroizquierda" a propósito entre comillas, pues a la hora de encontrarse entre la espada y la pared, de tener que optar en blanco y negro, estos grupos optaron por votar con la derecha. En mi opinión, cuando te juegas el todo por el todo aparece "la hilacha" como se dice en jerga popular. Así fue que no quedó sector o partido político sin tirar toda la carne a la parrilla. Pero, como dije antes, la opción Rechazo marcaba tan solo un poco más en las encuestas y se respiraba incertidumbre en todos lados. Llegó la hora de la verdad y de contar los votos. Todos abrieron los ojos de manera exorbitada ante la holgura del triunfo del Rechazo. Y es aquí donde me quiero detener para hacer un buen análisis de lo que sucedió después del plebiscito...Para empezar, a muchos llamó la atención lo apresurada que fue la reacción de los dirigentes de Chile Vamos. Una coalición que se autodefine como de "centroderecha". Recordemos que fueron estos mismos dirigentes los que impulsaron el proceso constituyente fracasado. Los mismos que sucumbieron ante el miedo generado por la violencia del 2019 y cedieron en prácticamente todo. Los mismos que sufrieron desastre tras desastre en las elecciones que siguieron y los mismos que abrieron la puerta a un proceso revolucionario liderado por la izquierda radical demostrando una ingenuidad irritante. Los mismos que ni siquiera fueron tomados en cuenta en la Convención Constitucional y que no tuvieron más alternativa que llamar a votar Rechazo. Los mismos que no escucharon a los que dijimos que todo este proceso era un profundo error... Muchos pensamos (me incluyo) que después de tanto desastre habrían aprendido algo. Nos equivocamos. Fueron estos mismos dirigentes los que se pusieron a disposición del nuevo gobierno para otro proceso sin que transcurrieran 48 horas del 4 de septiembre. Lo anterior demuestra una ineptitud política que cuesta explicarse. El argumento fue que había que honrar la palabra empeñada. Creo que dicho argumento hubiese tenido lógica con un resultado estrecho pues la promesa de un nuevo proceso surgió del miedo en vista de que las encuestas no vaticinaban un claro ganador. Siempre he pensado que este grupo reacciona en pánico y sin estrategia alguna a largo plazo. Una mínima prudencia nos dice que un 62% para el Rechazo hace necesario un replanteamiento del escenario. Con estos resultados nadie puede arrogarse la voluntad del pueblo, menos tomar decisiones en su nombre y a sus espaldas. En efecto, las reglas del proceso fallido establecían que si triunfaba el Rechazo, continuaba vigente la Constitución de 1980. Su tenor literal nos dice que para embarcarse en otro proceso se requiere de un nuevo plebiscito de entrada. Sin embargo, estos mismos dirigentes deciden entrar en un nuevo proceso constituyente sin preguntarle a nadie aduciendo cansancio electoral y utilizando como resquicio legal el resultado del plebiscito de entrada anterior. ¿Qué pienso al respecto? Arrogarse con mesianismo la representación del pueblo sin que este se manifieste, me parece arrogante por decirlo suave y de un autoritarismo brutal. Por lo anterior estimo que todo este nuevo proceso es ilegítimo. ¿Y qué pasó con la izquierda? A la izquierda siempre le ha costado aceptar sus derrotas electorales y tienen la tendencia de culpar a otros. La derrota del 4 de septiembre fue monumental tanto en el resultado en sí mismo como en la contundencia con que esta se produjo. Pero los culpables no son ellos ni tampoco el texto constitucional resultó extremo para la mayoría de los chilenos. No, los culpables fueron otros: la extrema derecha o la campaña del terror. El pueblo fue engañado por las fake news o simplemente el electorado chileno no estuvo a la altura para comprender sus propuestas. Son demasiado avanzados para la media. Excusas que ni siquiera merecen análisis. La conclusión final es preocupante. Estamos a merced de dirigentes mesiánicos de uno y otro lado que creen representar la voluntad popular. No escuchan o no quieren escuchar a nadie quién sabe con qué fin. La izquierda sufrió una tremenda derrota; sin embargo, la derecha regala otro proceso constituyente, una nueva oportunidad para que sus ideas totalitarias triunfen. Me pregunto si vivimos en un mundo kafkiano... Es mi opinión que lo que hay que mejorar en  Chile no pasa por un cambio constitucional. En esto hay mucho de mito y lo que se requiere, más bien, es un cambio de chip en nuestras mentes.  Sin un cambio cultural en cada uno de nosotros no habrá Constitución alguna que nos lleve al progreso y desarrollo. Pero, más allá de mi pensamiento, si una mayoría quiere una nueva Constitución habrá que atenerse a ella. Mayoría que hace tres años era indiscutible. Pero hoy esa mayoría está en duda gracias al espectáculo patético que dio la Convención. A mi parecer, no cabe más que preguntarle al pueblo. La triste verdad es que la clase política no quiere otro plebiscito de entrada por temor a que la respuesta de ese pueblo, al que dicen representar y servir, sea un rotundo NO. Si no hay plebiscito de entrada me declaro en contra de este proceso y lo más probable es que mi voto al nuevo texto vuelva a ser un contundente rechazo. Saludos.

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